— Ven, acércate, ahora deben
repetirlo.
— ¿Cómo?
— Ya vuelven.
— No oigo nada, hay mucha
interferencia.
— No te desesperes.
— Dale un trastazo.
— No.
— Sí.
— Tranquilízate, le voy a
poner todo el volumen.
— Lánzalo, está fatal.
— Cuidado.
— Dame un meprobamato.
— No hay.
— Una dipirona.
— No hay.
— Aquí no hay nada, apágalo.
¿Qué emisora es esa?
— Eso qué importa.
— Todo es mentira, cambia de
banda.
— Escucha, aquí también lo
están diciendo.
— Ahora sí… tú ves, ahora
si es verdad, ahorita era mentira.
— Yo me voy a buscar una
botella.
— Todo está cerrado, son las
dos de la madrugada.
— Hay que comprar una botella,
cueste lo que cueste, pésele a quien le pese.
— Allá tú, la calle debe
estar que arde.
Ghabriel Pérez
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